viernes, 8 de junio de 2012

LA CHICA DEL PUENTE: estilo garçonne y circense desde París

LA CHICA DEL PUENTE




Es de noche en París, el Sena se desliza por su cauce sin detenerse y una chica con los ojos llorosos está apunto de abrazar el agua en un salto    definitivo desde el puente. Hablamos de Adèle (Vanesa Paradis) y de su salvador, Gabor (Daniel Auteuil) dirigidos por el director, guionista y actor francés Patrice Leconte, autor de otros largometrajes reconocidos internacionalmente como Monsieur Hire y el Hombre del tren.
Estrenada en España en el año 2000, Annie Périer es la diseñadora de vestuario de esta obra con una maravillosa fotografía y además una habitual en los trabajos de Patrice Leconte por Confidencias muy íntimas (2003) y El Hombre del tren.


Gabor rescata a la joven Adéle para ofrecerle una forma de morir más emocionante y efectiva que el puente desde el que pretendía dar su último adiós. La introduce en el mundo circense como a una asustada Pretty Woman a la que se lleva de compras. En ese momento, la estética de la película parece menos oscura y dramática. Con un aire más alegre en vestuario, Adéle pasa de un estilo ligeramente grunge a un corte de pelo garçonne y un vestuario algo más espectacular para sus números como diana del lanza cuchillos.

Adéle se convierte en la estrella del espéctaculo, sobre ella recaen todas las miradas y es ella la que genera emociones de miedo, estupefacción o asombro en el público.  Su vestuario incluye lentejuelas, pedrería y sencillez en las joyas lo que resalta la desnudez de la piel y deja absolutamente desnuda su piel de adornos para enfrentarse a los afilados cuchillos. Ambos protagonistas alcanzan un gran nivel de compenetración y confianza que muestra toda su humanidad poco a poco. Lo que empieza siendo un juego terrorífico para la protagonista acaba combinando con sensualidad y la sexualidad. 

En la última parte del film, la línea predominante es mucho más casual y sencilla, la espectacularidad de los outfits llamativos de escenario deja paso a la comodidad y al recato mientras se produce la búsqueda entre estos dos seres perdidos que bailan entre desequilibrio y la seducción.









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